Crítica de Cuando acecha la maldad
Cuando la maldad acecha, atrae a los niños
Esperando ver algo parecido a los monstruosos seres famélicos de Aterrados, en Cuando acecha la maldad nos encontramos con leyendas rurales que se vuelven realidad.
Demian Rugna
apuesta en su última película por convertir una terrorífica canción infantil en
una historia con principio, nudo y desenlace, basada en un acontecimiento que
nadie pensaba que podría llegar a pasar. Implanta un inicio ya peliagudo con
una misteriosa muerte alrededor de un pequeño pueblo olvidado de la
civilización, y cuando los hermanos Yazurlo intentan y creen conseguir paliar
el origen de esta muerte, ya es demasiado tarde.
Una supuesta plaga va afectando a todo ser viviente, de manera que el director nos va presentando a sus infectados con inquietantes escenas que no esperas que sucedan y que no se corta de enseñarnos.
Los hermanos protagonistas
Pedro y Jimi, ayudados por Mirtha quien ha tenido experiencias
cercanas a estos "embichados", deciden ponerse en marcha y aniquilar la raíz de
esta maldad, y aquí es donde empieza el Rugna aterrador. En la noche de la
destrucción del bicho, combina escenas de niños demasiado tranquilos, que no
sabes si están poseídos o no; con otras en las que te ponen en la piel de
alguien que nunca se ha enfrentado a un niño embichado, y dudas de si de verdad
lo están o no.
El director argentino sabe jugar bien con la tensión del espectador: primero, la
cámara se ubica caminando al lado de uno de los infectados, le miramos y
seguimos nuestro camino. Después, la cámara nos para en seco para hacernos
pensar si es real lo que acabamos de ver o no. A continuación, nos hace esperar
a que vuelva pasar por nuestro lado el embichado y darnos cuenta del horror que
ha visto de verdad nuestros ojos.
Unas escenas con efectos especiales tan bien conseguidos que no imaginas lo lejos que puede llegar un guionista a hacer con una madre poseída.
Esta oda al horror, a lo espeluznante, está bien conseguida porque no llega a lo desagradable del gore gracias a lo bien que ha sabido usar los efectos especiales.
Se aprecia un pequeño tributo a Quien puede matar a un niño de Chicho Ibáñez,
aunque no tiene nada que ver las escenas macabras de esta película de los 70.
En Cuando acecha la maldad también se entrevé intenciones ideológicas cuando hablan
sobre la plaga en sí misma, no tenerla miedo, hacerla frente, etc… Justo en un
momento del país originario de la película en que están viviendo bastantes
tensiones políticas y una parte del país quiere seguir luchando porque el “mal”
no gobierne.
Si te gustó Aterrados, en esta última película verás un Demian Rugma distinto, pero no te defraudará.
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