Crítica de María Callas
Crítica de Maria Callas
Entre la cordura y la locura
Un piano es lo que parece representar las idas y venidas de María Callas, que ordena a su criado, Ferruccio Mezzadri, que lo mueva de ubicación un día sí y otro también por razones desvariadas. Su muerte y un tributo visual a su persona, son el comienzo de la última
película de Pablo Larraín sobre mujeres
célebres (Jackie y Spencer). Con este inicio, el director
chileno delata ya el contenido de lo que va a ser Maria Callas: un homenaje a
una de las sopranos más importantes del panorama musical del siglo XX, centrándose
en su última semana de vida en los años 70 en París.
Pablo Larraín no puede evitar mostrar su fascinación por “La Divina”: los planos abiertos en los que aparece María Callas, sobre todo al principio cuando se encuentra en su casa, se van cerrando muy muy lentamente hacia ella. Esta lentitud lleva a mirarla, observarla y analizarla, a prestar atención a su actitud, a su delicada forma de moverse y a su belleza. Además, a la izquierda y derecha de estos planos hay telones italianos recogidos, que forman parte de las puertas de la casa de María Callas, y la decisión de empezar desde este lugar el cierre de planos ayuda a pensar que ella es algo majestuoso y admirativo, como en el teatro o en la ópera. El director de fotografía, Edward Lachman, hace también un trabajo espectacular para reflejar la idea de magnificencia que tiene Larraín sobre ella.
La
ficcionalización de los últimos días de la cantante ópera son un retrato de lo
que pasaba por su mente, sus recuerdos de cuando era pequeña, sus momentos
excéntricos, sus intentos por recuperar su voz a causa de una enfermedad que la
inhabilitó de su profesión. Todos estos episodios se presentan mezclados y por
capítulos, donde cada uno se presenta con una claqueta y el título de ese
capítulo. Un recurso empleado por el director para mostrar a una María Callas que se
encontraba entre la delgada línea de la cordura y la locura : durante el film
mantiene una larga entrevista sobre su trayectoria profesional con un
periodista llamado “Mandrax”, quien aparece y desaparece de los lugares donde
se encontraban, y a quien le confiesa muchos de sus secretos mejor guardados y
rememora los momentos más significantes de su vida. Posee alucinaciones
momentáneas de sus antiguas actuaciones, donde es incitada a que entre en escena y comience a cantar. Al mismo tiempo, María Callas tenía una evidente tristeza
interior; la pérdida de Onassis (su amante) le afecto muchísimo, la
interminable y frustrada búsqueda de la perfección (ella pensaba que ninguna de
sus canciones podía ser perfectas) o el deseo incumplido de volver a los
escenarios.
Invadida por
esa tristeza, su final se presenta con ella cantando un muy acertado
Vissi D'Arte de Tosca: la pieza en donde la protagonista de esta ópera
se lamenta a Dios por haber dedicado su vida al arte y al amor, reprochándole el
haber sido la elegida para tener un destino tormentoso. Un trágico desenlace
que empatiza a la perfección con los acontecimientos que ha estado experimentando
María Callas en su vida.
Comentarios
Publicar un comentario