Crítica Los 30 (no) son los nuevos 20
Crítica de Los 30 (no) son los nuevos 20
Reflejo de la nostalgia millenial
Entre los cortometrajes nominados en los Goya 2025, Los 30 (no) son los nuevos20 dirigido por Juan Vicente Castillejo es un corto documental donde refleja una porción de la realidad de la generación millenial en una reunión de amigos del pueblo, que se conocen desde la infancia y llevan años sin verse. Los recuerdos de las vivencias pasadas y de las amistades durante el camino hacia la treintena, son los temas principales de esta docuficción.
Entre la ficción y no ficción
Explicar una
representación de la realidad sobre un tema específico según el punto de vista
del director, es la función de los documentales, y Los 30 (no) son los
nuevos 20 la cumple estando al filo de la ficción. La obra audiovisual
de Juan Vicente Castillejo presenta a un grupo de amigos que
se reúnen en la casa del pueblo de uno de ellos, con la excusa de que hace
mucho tiempo que no se ven, es un argumento tan visto que en ocasiones parece
que estemos viendo una serie ficcionada: las bromas entre amigos, la añoranza
de los tiempos mozos o de los amigos que ya no están. Pero al mismo tiempo,
está filmada con planos conjunto, largos y fijos que, propios de los
documentales, parece que estemos mirando a través de una mirilla lo que sucede
de verdad en esa fiesta de amigos.
Esta combinación de
estilos de cortometraje fue una idea del director, quien quiso ofrecer una
veracidad absoluta a una situación que actualmente ocurre a las personas
nacidas entre los años 1981 y 1996 aprox. y contó con la ayuda de unos amigos
suyos que se encontraban en esas edades. Contó con el permiso de ellos para
grabarles en el transcurso de una de sus quedadas reales, e incluyó solo a tres
actores profesionales para asegurarse de que hablarían de unos temas
específicos que quería que aparecieran en Los 30 (no) son los nuevos 20.
Estructura y actores no profesionales
Los 30 (no) son los
nuevos 20 está divido por
capítulos donde cada uno abarca los tipos de sucesos o situaciones que pueden
darse en estas reuniones. Este recurso es un punto bastante fuerte e
importante de la obra audiovisual para poder ubicar al espectador en los grados
de amistad que hay entre unos y otros, o dar una idea de cómo se han mantenido
estas relaciones a lo largo del tiempo, para lanzarnos poco a poco el mensaje
que nos quiere transmitir Juan Vicente Castillejo.
En cada capítulo los
personajes tienen conversaciones donde hablan desde las vacaciones que pasaron
en la playa cuando tenían 20 años, hasta llegar a revelaciones de secretos más
íntimos y que nunca se dijeron entre ellos, porque sucedieron hace mucho tiempo
y quedaron en el olvido, pasando por los amigos que ya no están. Los
personajes, al no ser actores profesionales, transmiten naturalidad y
espontaneidad pura, utilizan un lenguaje propio de su generación y cada uno
tiene una personalidad particular, consiguen que sea inevitable que cualquier
persona se sienta identificada con ellos. Indiferentemente de la edad,
cualquier generación ha tenido un grupo de amigos y le han sucedido este tipo
de circunstancias.
Un formato para cada época
En momentos de Los
30 (no) son los nuevos 20 cuando los personajes evocan episodios del
pasado, el director pasa del formato panorámico que inunda la pantalla, y más
característica de los tiempos actuales, al formato estrecho de las cámaras de
vídeo de los teléfonos móviles que se estilaban a principios de los años 2000.
Este cambio de formato resalta notablemente la distintas épocas de las que
hablan durante el corto, sitúa al espectador en la adolescencia de los
personajes y da cuenta de cómo era su ocio en el pueblo en el pasado en
comparación con el de ahora.
Conclusión de Los 30 (no) son los nuevos 20
Juan Vicente
Castillejo nos enseña en su
cuarto cortometraje todos los tópicos de los reencuentros de amigos de toda la
vida, con un trasfondo de reflexiones sobre la etapa de la generación
millenial. Los 30 (no) son los nuevos 20 aporta, por un lado,
una lección de vida sobre las amistades, el cómo se fragmenta por el inevitable
paso de los años; y por otro, una meditación sobre la diversidad en el entorno
rural, el cómo era la vida de unos jóvenes siendo de pueblo y con variopintas
personalidades, en una época en la que se podía ser libre pero todavía de una
forma muy acotada.
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