Crítica de La Verbena
Crítica de La Verbena
El brusco arranque de La Verbena (Rubén Sánchez, 2024, España) parece que no quiere hacer esperar, ni perder el tiempo a nadie: comienza con uno de los protagonistas, Alex (Gabriel D’Almeida), cambiándose de camiseta en una terraza, y de repente, se acercan unos amigos para decirle que se dé prisa. Un violento inicio que deja un poco confuso porque no hay el típico preámbulo de ubicación de la película o presentación, como si llegáramos a la mitad de la función de una obra de teatro y tuviéramos que encontrar el hilo de la historia para saber de qué trata.
Las miradas entre ellos durante toda la fiesta, es el mecanismo más delator del tipo de relación que tienen: cuando Ana, la novia de Alex, abre la puerta de casa y le da una sorpresa mostrando que ha venido Marc; esa primera mirada es incómoda y poco emotiva para dos amigos que hace mucho que no se ven. También, hay una escena en que se van a hacer una foto los tres juntos y en un principio Alex no quiere hacérsela, y después de hacerla, hay otra mirada rápida entre ellos que refleja un poco de vergüenza por parte de Alex. Aparecen varias situaciones más en las que sus miradas coinciden mientras el resto de amigos están bailando, o bebiendo, o celebrando una noticia y no se percatan de lo que pasa realmente entre ellos.
A través de estos gestos, La Verbena lanza un mensaje sobre la defensa de la visibilidad de la homosexualidad, escondida por Alex de sus amigos, al igual que los cruces de miradas. Además, los comentarios homófobos que tiene uno de ellos, perjudica doblemente que no quiera expresarlo libremente y que veamos a Marc incómodo en todo momento. Esta incomodidad se observa durante un plano fijo de él sentado mientras vemos al resto de personas bailando a través de movimientos de cámara inestables, una decisión narrativa que genera tensión de Marc con los amigos de Alex.
Si al
principio del corto había una entrada súbita, la noticia que le da Marc a Alex
al final del corto sigue la misma senda. En los últimos planos, todos se han
ido a la verbena y ellos están en la cocina y sus miradas son directas, pueden
mostrarse cómo son, pero en la soledad. Este momento en donde están cómodos, se
rompe repentinamente cuando Marc le cuenta su enfermedad a Alex y hay un
silencio devastador, llegando a ser tenso, incluso acrecentado por el ruido que
propaga un extractor proveniente de la cocina y que le aporta una sensación
áspera a la escena.
A pesar de
algunos fallos de racord, La Verbena consigue contarnos en poco tiempo el
problema de la no aceptación de la identidad sexual sin necesidad de
verbalizarlo, solo a través de los cruces de miradas de sus dos protagonistas. Saca
a la palestra también los prejuicios que aún siguen vigentes hacia los
homosexuales y que son otra excusa más para “quedarse en el armario”. El
director, Rubén Sánchez, ha logrado con Gabriel D´Almeida y Robin Reese unas interpretaciones
excelentes para lanzar un mensaje de igualdad e intentar que el cine “pueda
cambiar la visión sobre muchas cosas” 1.
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