Crítica de Lamb
Lamb
Felicidad para unos, locura para otros
Trata de una pareja, Maria (Noomi Rapace) y Ingvar (Hilmir Snær Guðnason), que viven alejados de la civilización en una granja de Islandia. Parecen a priori una pareja feliz, acostumbrada a la dura vida de la ganadería y agricultura. Pero de repente, se suma un nuevo miembro a esta pequeña familia que les dará un interesante vuelco a sus vidas.
En el primer minuto de Lamb, observamos animales de granja como cabras y caballos inmersos en niebla que parecen asustados por un gruñido que proviene de la cámara. La directora ya empieza a jugar con nosotros queriéndonos ocultar “la cosa” que aterra a los animales y que la asociemos con la niebla.
Después, nos presentan la rutina de una pareja que viven en algún punto de las montañas islandesas y subsisten por el cultivo de la tierra y la cría de cabras. Nos hace esta presentación con planos fijos y una cuidada fotografía que refleja serenidad, armonía en el ambiente y mucha quietud, pero también algo turbio. En algún momento , se puede leer entre líneas de los diálogos entre ellos que ella echa de menos algo del pasado.

Es tan grande el deseo y felicidad de ambos que les da igual lo que piense cualquiera que se acerque por su casa, el que venga lo tiene que aceptar y no meterse en sus vidas. La madre adoptiva es capaz de hacer lo que sea para que no le arrebaten a su nuevo miembro de la familia.
Una fotografía perfecta dado que en ningún momento se hace de noche, y ha bastado con tener unos ventanales enormes en la casa de la pareja para lograr una imagen increíblemente naturalista.
El uso del live action para crear a la niña mitad cordero y mitad humana está muy conseguido, ya que logra encajar algo fantástico en el mundo real de los humanos. No parece artificial ni como si fuera un pegote.
Es como cuando leíste Harry Potter y la piedra filosofal, y luego viste la película, no se parecían en nada los personajes que tenías en la cabeza a cuando los plasmaron en la pantalla.
La enseñanza, mensaje o la moraleja de esta película es básicamente que si le arrebatas algo a alguien, tarde o temprano te lo arrebatarán a ti. Es ley de vida o el karma. Y si además te presentan este tipo de enseñanza con una historia tan intrigante con tintes tenebrosos y metida en el mundo fantástico, llama tanto la atención que merece ser ganadora un premio Sitges.
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